Marcelo Forni

Mucho ruido

Si hay algo que ha caracterizado al país durante estas últimas semanas ha sido el ruido. Probablemente me dirán que ruido...

Por: Marcelo Forni | Publicado: Jueves 21 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Marcelo Forni

Marcelo Forni

Si hay algo que ha caracterizado al país durante estas últimas semanas ha sido el ruido. Probablemente me dirán que ruido hay siempre, y ciertamente eso es así. Lo que ocurre es que en ocasiones parece que estamos al límite de lo tolerable.



El conflicto estudiantil, el cambio de gabinete, la eliminación de Chile de la Copa América y otros hechos de público conocimiento han generado un inusual grado de contaminación acústica. Y como suele ocurrir en estas situaciones, el ruido genera más ruido. En espacios con ruido suele escucharse sólo al que grita más fuerte, con todas las consecuencias que ello implica.

El país debe evitar a toda costa un escenario donde las autoridades tomen las decisiones privilegiando a los que gritan más fuerte. Es evidente que se puede conversar, llegar a acuerdos y entenderse mejor en un lugar donde existe el menor ruido e interrupciones posibles. Cuando el ruido se instala, son inevitables las perturbaciones en el proceso de comunicación, y aumenta la dificultad de tomar buenas decisiones.

Nadie podría oponerse a que las personas se manifiesten públicamente, menos cuando parecen no sentirse interpretados por quienes han sido elegidos para representarlos. Nadie podría oponerse a que un grupo de ciudadanos se movilice pacifica y respetuosamente cuando consideran que es el único camino que les queda para hacer sentir su preocupación o malestar frente a un determinado asunto. Sin embargo, esto no nos puede llevar jamás a establecer una correlación entre lo justo, correcto o bueno para el país con la capacidad de movilización ciudadana. Las movilizaciones sólo son instrumentos cuyo propósito es advertir a la autoridad sobre la existencia de un problema que afecta a un grupo de ciudadanos. Pero sólo cumplen con su objetivo cuando son capaces de abrir espacios de diálogo. No es bueno que el país se acostumbre a vivir en un eterno ruido.

Chile no debe perder su capacidad de movilización, pero tampoco su capacidad de comunicación. Para ello es fundamental que quienes lideran estas movilizaciones no pierdan de vista nunca su verdadero sentido. Es preciso que quienes encabezan estos movimientos sepan con claridad las causas que los motivan, pero de igual forma las circunstancias en que corresponde ponerles término. Es frecuente, en especial cuando la convocatoria resulta exitosa, que sus líderes se engolosinen, no sepan cómo terminarlas o derechamente se les escapen de las manos. La violencia es parte de esta fiesta. La explicación la misma de siempre: los responsables son elementos extraños a la movilización.

Las manifestaciones ocasionan ruido y es verdad que los ruidos son una importante señal de alerta. La autoridad que no reacciona ante ellos puede activar una verdadera bomba de tiempo. Sin embargo, cuidado porque cuando se abusa de las movilizaciones y del ruido, cuando los manifestantes son los mismos y las demandas intercambiables, cuando no hay disposición alguna al diálogo, se genera una sordera ciudadana crónica que no escucha nada y se vuelve insensible a todo.

Lo más leído